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Pese a que el señalamiento de tener una doble vara pone en tela de juicio la objetividad de los tomadores de decisión y la de sus comunicadores, con ello se tiende a promediar las acciones de las entidades opuestas. Por ejemplo, “todos hoy condenan a Rusia por invadir Ucrania (sic) pero nadie dice que los Estados Unidos invadieron N países y que por ello no fueron sancionados”. A este buen feligrés señalador del evidente doble rasero, otro bien pensante le contestaría que “sí, desde luego, pero eso no invalida lo que estamos condenando: una invasión a un país soberano, bla, bla, bla”. El resultado conseguido es que, en la mente simplota del lector occidental, Rusia se equipararía a los Estados Unidos en cuanto a sus acciones. Esto remite a la época en que varios aún zurdones impolutos declaraban que “cualquier imperialismo es malo, sea de los USA, la URSS o China”. Esto todavía puede escucharse hoy en día, sustituyendo el “imperio soviético” por el liso y llano ruso, con “dirigentes/autócratas que quieren hoy emular sus gloriosas épocas imperiales” bien consolidadas desde repelieron al corto corso a partir de la ilusión de Borodino.
De todas maneras, mostrar la doble vara es tentador en algunos casos, aunque más no sea para poner a raya la opinología de los mentados simplotes, tal como ostenta ese perrito de las redes sociales, que saca a relucir los dientes o sonríe dulcemente, según el caso. Esto viene a cuento por las fuentes de información disponibles en nuestro patio trasero del que sí, hermano, es un imperio. Al lector adalid de “la libertad de prensa e información” no le parecerá mal, desde luego, que podamos ver CNN, Al Jazeera o Euronews libremente pero la repentina ausencia de Russia Today (RT) no le moverá un pelo. Sí, no podemos ver más RT en México y es un hecho muy grave, aunque desapercibido porque para común del alienado occidental la mera exposición de realidad es “propaganda rusa”. Si bien en la “Europa libre y democrática” viven felices estupidizados entre sus pasquines, y sus canales TV5, BBC, DW y otros y sin RT, prohibida desde 2022, acá en América Latina -modelo a seguir para Mélenchon- se podía ver el canal ruso, por el cual nos enteramos de la realidad africana, entre otros “detalles”. ¿Será que RT no tenía “rating” y por eso lo sacaron? Aunque es triste constatar que una persona evite un medio ruso para seguir lo que dice el gusanazo de Andrés Oppenheimer, lo más probable es que se trate de una directiva muy clara llegada desde el norte. Y perturba que el gobierne actual de México lo tolere, a menos que, efectivamente, haya pasado desapercibido, confirmándose nuevamente lo de que la gesta de los rusos no está en su horizonte cognitivo.
En cambio, no sorprende que en Buenos Aires sólo se pueda leer sobre “la invasión rusa” y de ahí para arriba. ¿Tuvo algún eco el ataque a la playa de Sebastopol? ¿Les quita el sueño los ataques a civiles en Belgorod? Los más avezados deben quedase con la conciencia tranquila porque supondrán que “en una guerra todo vale” y que “los rusos también atacaron civiles” entonces, mejor callar. ¿Se dice algo del soldado ruso ya capturado fusilado por un comando Azov? ¿por qué no informan con claridad sobre los esfuerzos del “ultraderechista” Orban por la paz y las sanciones que lo amenazan desde Bruselas por hacerlo?, ¿cómo se puede defender a Assange y no protestar por la ausencia de RT? Todos estos “sesgos” no hacen sino exhibir para quiénes juegan estos operadores. O es que, legítimamente, tienen miedo. Pero verdadero pavor deberían tener si captaran el alcance de las barrabasadas expresadas en el documento emitido por la última reunión de la OTAN, el 10 de julio, en el que tácitamente se exhibe la creencia que sus “protegidos” saldrían vivos en una hecatombe termonuclear. La misma que se acerca inexorablemente si esta parte del mundo no los denuncia y frena. Sin RT será más difícil.
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