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Cuando este artículo sea publicado, millones de mexicanos y mexicanas estarán camino a las urnas para elegir la o el 66 presidente de la historia de su país. Definirán también quienes son los 128 senadores y 500 diputadas y diputados que asumirán en 6 meses. La favorita para ocupar el Poder Ejecutivo es Claudia Sheinbaum Pardo, una leal compañera del actual Presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Las encuestas la dan como ganadora con una diferencia de más del 20% de ventaja sobre Berta Gálvez Ruiz, quien es candidata de la alianza Fuerza y Corazón por México. La coalición encabezada por AMLO, a la cual representa Claudia Sheinbaum, actual Jefa de Gobierno de la ciudad de México, conduce el país desde el 1 de diciembre del 2018. Es un espacio político popular (MORENA), que supo ganarse la simpatía de gran parte del Pueblo mexicano, con mucha militancia, auspiciando la participación ciudadana en la cosa pública y transparentando todas las acciones de gobierno. No es que AMLO la tuvo fácil con la prensa, que al igual que en todos los países de Latinoamérica responde a los intereses del poder económico concentrado y no se cansa de crear noticias falsas y tratar de manipular a la opinión pública. Pero AMLO supo contrarrestarla con una conferencia de prensa todas las mañanas, espacio que utilizó sistemáticamente para dejar en evidencia la parcialidad, y más de una vez, las mentiras articuladas por los grandes medios de comunicación. Obvio que con sólo palabras no alcanza para empatizar con las grandes mayorías. También, y principalmente, gobernó durante casi 6 años defendiendo los intereses del Pueblo azteca y cumpliendo a rajatabla el programa de gobierno que había comprometido en la campaña.
Diferencias
No hay prensani noticias falsas ni causas armadas desde los medios con la connivencia del sistema judicial, que pueda doblegar a un Pueblo con conciencia nacional y de clase. El Pueblo mexicano, a comparación del Pueblo argentino, está esperanzado y no ilusionado. La gran diferencia entre uno y otro, es que el primero construyó un camino real para alcanzar objetivos posibles; el Pueblo argentino fue manipulado a partir de una desilusión, armando una nueva fantasía, que como tal, es irreal. Las y los mexicanos tuvieron un gobierno que respondió a sus expectativas; por estas tierras, los dos últimos gobiernos gestaron frustraciones y broncas. El gobierno de Alberto Fernández tuvo mucho de progresismo y nada de popular. Allí anidaron todos los traidores. Es que cuando el Pueblo funciona de espectador, los traidores fagocitan cualquier esperanza.
Habrá que construir una nueva agenda, basada en las garantías no cumplidas por el Estado y en los derechos no ejercidos, que emanan de nuestra propia Constitución Nacional. No hablar de las desopilantes y aterradoras ideas que proponen los economistas libertarios, y comenzar a discutir el cumplimiento del artículo 14 bis: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial.
Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo.
El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. ……la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.”
Otro camino
Decir “basta de estupideces y de ilusiones”, sería lo más razonable ante un gobierno libertario desquiciado. Construir una esperanza desde los intereses de las mayorías, pareciera ser la salida de este laberinto. También basta de estupideces con luchas sectoriales descoordinadas y atomizadas, sin tener en cuenta que la principal lucha es por una sociedad más justa y un país soberano.
No es desánimo el que reina en el Pueblo argentino, es decepción. Decepción de su clase política. Como toda clase es cerrada y deja afuera de la política a las grandes mayorías. Las decisiones importantes pasan por un puñado de personas. Entonces, socializar la política, podría ser otra puerta de escape de este incendio. Darle nombres propios a cada cosa, a cada concepto, es imprescindible para mejorar la comunicación. Habrá que hablar más claro: al pan, pan y al oligarca llamarlo oligarca. No es una antigüedad, los oligopolios son cada vez más hegemónicos. El Imperio sigue existiendo, aunque nuestros dirigentes no lo mencionen o apelen a eufemismos para denominarlo. A los que hambrean al Pueblo habrá que llamarlos enemigos y no adversarios. Y aclarar que a los enemigos políticos no se los elimina, se los supera. Fortalecer las convicciones siempre genera esperanzas, porque empujan hacia un futuro posible. Falta ese horizonte deseado, desde una agenda propia que explicite el plan para hacer realidad las mandas constitucionales incumplidas. Sería un buen comienzo para salir de esta realidad distópica e inmovilizante, emulando al Pueblo mexicano.
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