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Columnistas
21/04/2024

La Dictadura del Capital

La Dictadura del Capital | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cuando menos democracia hay, los intereses del poder económico sienten la “libertad” de seguir acumulando más capital en desmedro de los sectores mayoritarios.

Rodolfo Canini

En cada semáforo alguien ofrece limpiar el parabrisas del auto; en cada cruce de avenidas, alguien oferta empanadas, alfajores, bolsas de residuos, la producción de época o simplemente pide limosna con amabilidad y con profunda tristeza. Algunos duermen en algún resguardo que ofrenda la línea edilicia como un altar a la indiferencia social. Esa sociedad indolente parece cegada por una fantasía, de la que el tiempo será su verdugo… y el nuestro. Es la misma parte de la sociedad que convierte a un piquetero “del campo” en senador y condena y reprime a piqueteros que reclaman comida. Esa fracción de la sociedad, que varía su dimensión de acuerdo a lo lleno o vacío que se encuentre su bolsillo. Les son indiferentes los jueces corruptos del sistema, siempre prestos a apresar pobres y perseguir políticos que se resisten a las injusticias. Esa franja de la sociedad que presume inocentes a los ricos delincuentes, y condena a los pibes morochos por portación de cara. La misma que, sabiendo que están cerrando la posibilidad de trabajar y de estudiar, prefiere ver las marchas de trabajadores y universitarios desde la ventana de la oficina o del aula. A empujones y a codazos, esta es la sociedad que nos impusieron los grandes capitales en 40 años de democracia, donde los estúpidos se jactan de su estupidez.

De resentidos y apátridas

No se teoriza más sobre la Dictadura del Proletariado, pero sí se practica la Dictadura del Capital, sin chistar. ¿Esto es una democracia representativa. Una sociedad con 60% de pobres. ¿Cuántos de los 329 legisladores nacionales, entre diputados y senadores, son pobres? Tampoco el ser pobre es sinónimo de fidelidad en la representación de su clase. Existen más de un ejemplo que pueden corroborar lo contrario. Pero nuestra sociedad está llena de resentidos y resentidas. De personas que se sienten frustradas, empobrecidas, impotentes. La diferencia entre un resentido y un clasista, es que el primero desconoce las causas de su situación de pobreza y/o frustraciones. Porque desconoce esas causas, no lucha. Deposita la solución para superar esas frustraciones en un salvador. Milei es presidente porque nuestro país está lleno de resentidos, y una minoría (la de siempre) de apátridas (aunque suene castrense).

De frustraciones y odios

“El fascismo es un problema económico y político, pero su aceptación por parte de todo un pueblo ha de ser entendida sobre una base psicológica.” decía el psicoanalista y sicólogo social alemán, Erick Fromm. Nadie vota a quien le dice que lo va a perjudicar si no fuese porque desconoce las causas de su pobreza y de su frustración. La persona resentida reacciona por la insatisfacción que le producen “los moderados”. Y pucha si Alberto Fernández fue moderado. Esa frustración acude a lo mágico y a “soluciones” autoritarias, que seguramente van en contra de sus propios intereses. Las frustraciones personales al no poderlas socializar, analizar en forma individual y mucho menos colectivamente, confluyen en la bronca. No fue que los medios de comunicación inocularon odio. Ellos abonaron esa bronca, que se transformó en odio. Milei fue, y por el momento sigue siendo, el representante de esa bronca abonada, logrando empatizar con una buena parte de la sociedad, que anteriormente había votado al “moderado” (para ser moderado en la calificación), Alberto Fernández.

Todo lo rige el mercado

Si esas personas resentidas tuviesen conciencia de clase, es decir, conocieran las causas de sus infortunios, la historia sería otra. Pero lo que es cierto también, que no encuentran en el espectro partidario, un Partido que represente sus intereses. El neoliberalismo, por segunda vez en democracia, logra desdibujar, romper identidades políticas. La casta es una sola y representa los intereses del capital, por sobre todas las cosas. La llegada de Néstor Kirchner, y luego, de CFK al gobierno lograron que los espacios políticos tuvieran alguna identidad más fidedigna a los intereses económicos que representaban. Aunque, dentro del sistema capitalista eso nunca es demasiado claro, porque las y los políticos gobernantes, que pretenden representar a la clase trabajadora, deben hacer algunas concesiones al poder económico en función de los vaivenes de la correlación de fuerzas de los intereses en pugna.

Todo, incluyendo la política, se rige por las leyes impuestas del mercado. Comenzó con el “clientelismo político” en el menemismo hasta poner los ceos de las empresas en el gobierno de Macri, y ahora directamente amoldan las pretendidas leyes (el DNU) a los intereses de las empresas.

Datos, no relatos

La representatividad política, para ver con mayor claridad a qué intereses responden los gobiernos, hay que expresarla con números concretos. Nuestro país es el abanderado mundial en inflación hoy. Está claro que las políticas inflacionarias siempre perjudican a las y los trabajadores, formales o no. Y también es obvio, que beneficia a las grandes empresas. La realidad es la única verdad y los números indican las ganancias que han tenido en éstos últimos años las empresas relacionadas con servicios y con la alimentación. Por poner ejemplos, se puede citar a Arcor, Mastellone, Molinos Río de La Plata, Ledesma, Morixe, Los Grobo y Cresud. Estas empresas vieron aumentar sus ganancias brutas interanuales, desde 2020 a 2022, entre 24,6% y un 145,3%. (datos del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas).

La inflación en el último año (2015) del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fue de 17,19%. En la actualidad la inflación escaló a 287.86%. Claro está que en el medio también hay que contabilizar no sólo al nefasto gobierno de Macri, sino también al gobierno de Alberto Fernández, quien exhibió tener más diferencias con su vicepresidenta que con el Presidente que lo antecedió.

Para seguir en la línea de mostrar la realidad en números, recurramos a las cifras que nos dan las estadísticas, no tan sólo del indec, sino de otros organismos oficiales, evitando cualquier Jumbo Bot. El salario mínimo del último año de Gobierno K – 2015 -(y lo vamos a poner en dólares, ya que a muchos compatriotas les gusta esa moneda), fue de u$s 742 (dólar Oficial) o 583 (dólar blue), mientras que el salario mínimo en la actualidad representa u$s 228,37 (dólar oficial) o 196,89 (dólar blue). Es decir, en el transcurso del último año de gobierno kirchnerista a la era Milei, las y los trabajadores hemos perdido u$s 513,63 (oficial) o 387 u$s (blue) por mes, de bolsillo. Traducidos a pesos, hemos perdido en nuestros ingresos mensuales $427.347,72, (promedio), que representa poco más de dos salarios mínimo, vital y móvil. ¿A dónde fue todo ese dinero?.

Hubo una brutal transferencia de recursos de la clase trabajadora a los grandes grupos económicos que hoy gobiernan. El Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), estimó alrededor de u$s 101.000 millones hasta el nuevo gobierno “libertario”. El 12 de diciembre de 2023, Luis Caputo, ministro de Economía de Milei, devaluó con un 118,3%. El dólar oficial pasó de 366,45 pesos a 800 pesos. Con sólo dos días de gobierno Milei transfirió más de u$s 1.100 millones, es decir 1,1 billón de pesos, de la clase trabajadora a la empresarial, según datos oficiales del análisis hecho por MATE (Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía).

La farsa democrática

Si bien el sistema democrático es antagónico al sistema capitalista, porque con más democracia, más participación del Pueblo en la cosa pública, los intereses se alinean a favor de las mayorías y la acumulación del capital tiene más restricciones y las ganancias se distribuye en más manos. Es decir, la distribución de la riqueza es más justa entre el capital y el trabajo. Eso que llaman Justicia Social. Por el contrario, cuando menos democracia hay, cuando las instituciones democráticas se vacían de representatividad de las mayorías, los intereses del poder económico sienten la “libertad” de seguir acumulando más capital en desmedro de los sectores mayoritarios. Por eso, el problema no es el sistema democrático en sí, sino el modelo económico que se está implementando. Y para implantar el neoliberalismo necesitaron corromper a una parte del sistema Judicial, para proscribir y perseguir opositores que no se alinearan con el modelo y para que la legalidad sea una injusticia normatizada; necesitaron cooptar partidos políticos populares; comprar voluntades de legisladores, periodistas, dirigentes sociales y sindicales; y adquirir los grandes medios de comunicación para crear una narrativa con el objetivo que, el enemigo pase a ser nuestro amigo y nuestro compañero, el enemigo. Esta es la farsa democrática que estamos viviendo en la actualidad. Esta es la batalla que nos ha ganado el neoliberalismo nuevamente, dispuestos a convertirnos en colonia…. Pero la guerra aún no termina.

29/07/2016

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